¿Por qué Cal Llibreter?

Como a menudo nos gusta contar, Cal Llibreter es el resultado final de varios años de comprobar que, en Sant Just Desvern, había un sinfín de letraheridos, amantes de los libros y de los actos literarios. Todo empezó hacia finales del 2011 cuando, añorados del mundillo literario, se nos ocurrió organizar algunas presentaciones y recitales de poesía, siempre con la complicidad del Ateneu de Sant Just y del Celler de Can Mata, por el puro placer de tener, cerca de casa, lo que siempre teníamos que ir a buscar a Barcelona. La sorpresa no fue comprobar que no estábamos solos, ¡sino darnos cuenta que éramos multitud!

De forma que, para sistematizarlo un poco, nos convertimos en Escuela de Escritura: una marca que nos servía para dar talleres de escritura creativa, hacer clubes de lectura y, por supuesto, recitales y presentaciones. Por Sant Just empezaron a desfilar primeras espadas: Jaume Cabré, Albert Sánchez-Piñol, Francesc Garriga, Màrius Sampere, Josep Pedrals, Jaume Pons Alorda… y, más importante todavía: ¡los fieles a las “degustaciones de poesia y vino” no dejaban de crecer, como pudieron comprobar Sònia Moll, Mireia Calafell, Mireia Vidal-Conte, Anna Gual, Andreu Subirats y, obviamente, Joan Margarit –que jugaba con la ventaja de estar en casa!

Cuando, terminados los actos, los sanjustences nos preguntaban por qué no vendíamos libros y cuando tal pregunta se convirtió en la afirmación “vosotros tenéis que montar una librería”, nos empezamos a plantear el proyecto. Ya sólo faltó que cuatro grandes damas del pueblo (Palmira Badell, Carme Navarra, Maria Quintana e Imma Pericas: nuestras “madrinas”) nos lo propusieran, absolutamente convencidas, con total rotundidad. “¿Y por qué no?”, nos dijimos, sin saber dónde nos metíamos. Sin tener ninguna experiencia de negocio, sin saber distinguir albaranes de facturas, ni conocer el particular lenguaje librero hecho de palabras como sinli, devolución, “repo”, depósito, firme…

Y acá estamos. Año y medio después de abrir encontramos tiempo para hacer una web, abrirnos al mundo digital de forma seria y menos loca que las redes sociales. ¡Ya sólo nos queda, un día, poner carteles en los estantes!

Silvana Vogt Destefani

Escritora, periodista radiofónica y lectora de manuscritos para editoriales y premios literarios.

Arnau Cònsul Porredon

Periodista con vocación de historiador, antiguo critico literario, editor junior en Proa y redactor en Text-La Galera, además de trabajador en el Instituto Ramon Llull.

En pocas palabras: se lo debemos a la pericia de Albert Brufau, el artista que transformó el local de la calle Bonavista 81, bajos, en la librería que enamora a todos los visitantes. Le habíamos dado mil veintiuna vueltas al asunto y no nos convencía ninguna propuesta. Hasta el punto de llegar a plantearnos que un simple “La librería” nos parecía bien. Y entonces vimos el borrador de los números que, de forma muy general, nos había hecho el arquitecto, encabezados por un “Cal llibreter” escrito en boli y trazos rápidos. Y nos enamoró. Y luego le vimos las gracias: Sant Just es un pueblo de masías: Can Cardona, Can Carbonell, Can Roldan, Can Ginestar; y mejor aún: como pueblo conserva la tradición de convertir en “can” o “cal” a cualquier negocio. De manera que se compran regalos a “cal Ballart”, el pan a “cal Vilaseca” y, sí, el vino en “Can Mata” –a pesar que la bodega ya lleva el nombre incorporado. Parecía redondo y seguíamos la estela de “Cal Sabater”, que ya había elegido este camino.