de Chris Offutt

Madrid, Malas Tierras, mayo de 2022.
(traducción de Ce Santiago)
255  págs.

A los 19 años, Chris Offutt decidió viajar por el país. De la gente que conoció y las tierras que vio, saca oro puro, en forma de unas memorias que empezó con este libro y culminó con Mi padre el pornógrafo.

«Nuestras colinas son la región más aislada de Estados Unidos, tema de incontables tesis doctorales. Leer sobre uno mismo como homólogo de aborígenes o esquimales produce una sensación rara. Unos forasteros nos dijeron que hablábamos un inglés isabelino, (…) uno de ciencias sociales nos declaró miembros de un clan escotoirlandés de criminales a los que estimaron incapacitados para vivir en Gran Bretaña; nuestras colinas como predecesoras de una colonia penitenciaria australiana. Podemos ver cómo las pulgas saltan de perro en perro a casi cien metros de distancia; sabemos rastrear el paso de una serpiente por la roca viva una semana después. Si no os lo creéis, preguntad al sociólogo que pasó en las colinas una estación entra igual que un hongo.

La visión popular de los Apalaches es la de una tierra en la que, ante la caída proverbial del tirante de un mono de faena, todo hombre está dispuesto a disparar, a pelear o a follarse a todo lo que se menea. (…) Hombres que al parecer comen arañas del suelo para demostrar lo fuertes que son., una panda de ariscos de la cabeza a los pies. La cruda realidad es un pelín distinta. Los hombres de mi generación viven entre los vestigios de un mundo que aún conserva una mentalidad fronteriza. Las mujeres lo aceptan y lo soportan, mantienen unidas a las familias. La cultura montañesa espera que sus hombres pasen por varios ritos de masculinidad, pero las auténticas tribulaciones a balazos ya no se dan. Hemos tenido que inventarnos las nuestras.»