dissabte, 29 de gener del 2022
Como no podía ser de otra forma, salió redondo: Joan-Lluís Lluís, además de uno de los narradores catalanes con más talento, es un hombre agradecido, que todavía se maravilla que haya gente que quiera ir a escucharlo cuando habla de algún libro suyo. Y, esta vez, la claque era numerosa: Junil en tierra de los bárbaros ya va por la tercera edición (en catalán: la traducción castellana está al caer), hizo una muy buena campaña navideña pero, sobretodo, llegaba con la aureola de ser el flamante Premi Òmnium a la Millor Novel·la de l’Any 2021 , una más que feliz coincidencia si se tiene en cuenta que habíamos pactado la presentación en el mes de noviembre.
El anticiclón persistente (¡o los buenos quehaceres de Júpiter!) acompañó y el autor de Perpiñán, que pisaba Sant Just Desvern por tercera vez, se puso el público en el bolsillo en seguida, después de solventar los inevitables problemas técnicos de audio. Para empezar, quiso remarcar que no había hecho una novela histórica, a pesar que su intención era hablar de Ovidio, por lo cual era justo empezar encaramándose al banco para declamar unos versos suyos. La figura del poeta contemporáneo del emperador Augusto le interesaba por diversos motivos, especialmente por ser alguien que, de tenerlo todo –lo que un escritor puede desear, vaya– había pasado a tener que vivir en el exilio, desterrado per intervención directa de Augusto, que no digirió, en su estricta moralidad, que su protegido hablara del adulterio en la Ars Amatoria, just el libro que llevará Junil, la protagonista de la novela, a las aventuras más insospechadas (y a algún delito).
Después de esta primera parte (de las tres que Joan-Lluís había prometido que tendría el acto), fue el turno de las preguntas de los asitentes. Entre otros temas, salió la condición de libreros y bibliotecarios de un par de personajes (Junil pasa horas y horas en la biblioteca del templo de Minerva), la sonoridad de los nombres que llenan el libro… «son todos inventados«, confesó, «no quería que un nombre romano típico marcara de entrada a Junil«, la esclavitud de la que huyen los protagonistas dirigiéndose hacia un país que funciona sin esclavos, característica que ninguno de ellos es capaz de imaginarse y, finalmente, la importancia de explicarnos historias como hacen, cada noche, Junil, Tresdedos, Lafás, Cabruc, Arbre… «Para la Humanidad hay tres elementos indispensables: el agua, el pan y la ficción«. Como sentencia, merecería un monumento. De mármol.
Y, si hasta aquí, el mediodía ya había sido espléndido, la tercera parte dejó a los descendientes de los íberos de la Peña del Moro con la boca abierta: Joan-Lluís Lluís tenía preparado un cuento. «Siempre termino las les presentaciones explicando uno, que poco o mucho tenga que ver con el libro del que hablé.»

El protagonista, esta vez, era Ulises, conocido por todo el mundo, pero sólo en la versión que nos aporta la Ilíada y, sobretodo, la Odisea, los únicos cantos que han sobrevivido de los muchos que cantaban la Guerra de Troya, y que lo describen como el «más inteligente de los héroes», con pocos defectos. Pero había otras visiones: Ulises también era cobarde, mezquino y, al fin y al cabo, un reyezuelo de una isla ínfima, que quiso hacerse pasar por loco con tal de no combatir, y fue desenmascarado por Palamedes, que era tan listo como él, «pero buena persona«. La venganza de Ulises fue bien fría, y quizás eso fue lo que le condenó a vagar 10 años por el mar, sin encontrar el camino de casa… como ya le habían vaticinado los oráculos. «Las ficciones son reales, bien que lo sabían los clásicos!» Y quizás haríamos bien de no olvidar sus enseñanzas.
«¿Cuánto tiempo tiene que caminar un grupo de fugitivos para llegar al país quizás imaginario donde nadie no esclaviza a nadie? Cuentan con los dedos y con rayas en el suelo, pero saben, cada vez que hablan de ello, que la respuesta a la pregunta se encuentra, sólo, en la suela de sus zapatos de piel. Caminemos y sabremos cuanto tiempo habremos tenido que andar, dice Dirmini mientras los otros, Junil, Tresdedos y Lafás, fusionan calendario y geografía para intentar obtener una respuesta razonable.
Mesos, sí. Puede que más.
Hablan de ello cuando descansan, piensan en ello mientras avanzan. Y no avanzan deprisa, durmiendo de día y haciendo camino de noche, y siempre que pueden cosechando, pescando, cazando, robando comida. Casi no ven a nadie y cuando alguien les ve se apartan de él tanto como pueden, como hace todo el mundo en parajes donde cualquiera puede ser un enemigo.»